Fuente: ElTaoDeLaFísica
Un código al que nos ajustamos, las bases formales para todo periodista (blogero) de ciencia.
1. Todo divulgador de la ciencia debe ser cuidadoso y exigente, y practicar el amor a la verdad. Pero el periodista especializado en ciencia tiene una mayor responsabilidad y una mayor dificultad, al estar obligado a transcribir conceptos complejos en palabras sencillas que pueda entender el público.
2. Este profesional de nuestro tiempo necesita un saber primordial: explicar. Esto no es apenas necesario en los deportes, en la política o en el espectáculo, porque en general el público sabe de qué está tratando. En ciencia suele suceder que se habla de temas sobre los que el público -y con frecuencia los científicos de otras especialidades- no tiene ningún conocimiento previo.
3. El comunicador debe aprender de los científicos el rigor propio de la ciencia, el respeto a la verdad y la alegría de conocer. El científico debe aprender del periodista la sencillez en la expresión, la claridad y, a veces, el sentido del humor, pues la ciencia y la cultura no deben ser aburridas para nadie.
4. La escasa atención a la ciencia depende, principalmente, de los hechos siguientes: a) falta de conciencia pública sobre el valor decisivo de la investigación científica en nuestra época; b) la falta de periodistas científicos que cumplan las exigencias de que hablábamos, en sus relaciones con los científicos, porque no han sido formados adecuadamente; c) la ausencia de relaciones de amistad y de trabajo en común entre científicos y periodistas (también en términos generales, ya que no siempre ocurre así); d) la falta de sensibilidad entre los científicos sobre la importancia decisiva de la comunicación en nuestro tiempo y sobre su obligación informar a la sociedad sobre el empleo del dinero para la investigación, procedente de los impuestos.
5. En la Primera Conferencia Mundial de Periodistas Científicos (Tokio, 1992) hubo acuerdo unánime en que uno de los grandes problemas del periodismo científico en el mundo era la falta de instituciones y personas para la formación de estos profesionales.
6. "Exhortamos a todos los periodistas científicos, incluidos nuestros colegas de las ciencias naturales y sociales y de las humanidades, y a los vinculados a los campos de la salud y el medio ambiente, a reconocer nuestras crecientes responsabilidades ante los pueblos del mundo y nuestra obligación de informar de manera precisa, clara, completa, independiente y con honestidad e integridad" (Declaración de la II Conferencia Mundial de Periodistas Científicos, Budapest, julio 1999).
7. La comunicación pública de la ciencia y la tecnología es un problema para la sociedad, para el estado, y para los sistemas informativos. Libros actuales como Mundos futuros, de Freeman Dyson; Vuelta al edén, de Lee M. Silver, y La sociedad teledirigida, de Giovanni Sartori, muestran hasta qué punto el volumen creciente del conocimiento científico puede ser la salvación de la humanidad, o llevarla su destrucción. Mostrar todo esto al gran público es obligación del periodista en general y del divulgador científico especialmente.
8. La información científica dirigida al público permite a una sociedad estar actualizada en la más grandiosa aventura de la especie humana de este siglo, que es la extensión del conocimiento. Teniendo en cuenta que la ciencia es -o debe ser- parte de la cultura, y que está empezando a ser superada la dicotomía de las dos culturas, el público tiene derecho a estar informado sobre los avances de la ciencia y la tecnología, no sólo por lo que ellos significan para el conocimiento, sino porque dan lugar a un mejoramiento de su calidad de vida. La divulgación de la ciencia en los medios informativos es una práctica democrática, porque ofrece a las mayorías el conocimiento de las minorías, en el ejercicio de la más exigente y compleja democracia, la democracia de la cultura.
9. Hay que pensar en el público, aprender a dirigirse a la sociedad no desde la suficiencia, sino desde la modestia, saber dar una información inteligente y al mismo tiempo inteligible. Aunque la claridad no puede ser nunca sinónimo de simplificación, sino de calidad comunicativa. Hay que advertir constantemente de los riesgos de la comunicación científica: la trivialidad, la búsqueda desesperada de titulares sorprendentes, el efectismo, la demagogia, la prisa, la confusión entre los ensayos y los resultados reales (Conclusiones del I Congreso de Comunicación Social de la Ciencia).
10. Últimamente se han publicado en castellano, cuatro declaraciones cuya lectura me permito recomendar a las personas interesadas en el tema:
•Conclusiones del I Congreso sobre Comunicación Social de la Ciencia, Granada 1999, con el lema "Comunicar la ciencia en el siglo XXI". "Es notorio el desequilibrio entre el interés ciudadano hacia la ciencia y la escasa oferta informativa".
•Protocolo de Quito, con motivo de la celebración del Encuentro Iberoamericano "El Periodismo Científico en el siglo XXI, una vía para el desarrollo sostenible" (1999). "Necesidad de promover el análisis reflexivo ante los descubrimientos científicos".
•Declaración de Sinaloa, como consecuencia del Encuentro Nacional de Divulgación Científica, en Culiacán, capital del Estado de Sinaloa, México (2000). "La divulgación científica debe ser considerada como un asunto de interés nacional".
•Declaración de Morón, en cuya universidad se ha celebrado el VII Congreso Iberoamericano de Periodismo Científico (Buenos Aires, 2000). "La democratización de la información científica y tecnológica es condición básica para que el periodismo científico contribuya a la construcción de un mundo más justo y equilibrado".
Trascripción tomada del nuevo decálogo del divulgador de Manuel Calvo
sábado, 12 de abril de 2008
Decálogo de la Divulgación Científica
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